El día 27 de octubre de cada año se celebra el Día Internacional del Corrector de Textos. Ése fue el día de nacimiento de Erasmo de Rotterdam, corrector muy comprometido con su labor, y por eso la Fundación Litterae eligió esa fecha para recordar y hacer honor a los profesionales de la corrección.
Erasmo nació en 1466, unos años antes de su nacimiento, en 1440, Gutenberg había inventado la imprenta, revolucionando así la cultura y la educación. La profesión de corrector surgió con la imprenta y en un principio se trató de una labor muy bien paga ya que era muy complicado y costoso elaborar las placas de impresión. Los correctores además siempre debieron tener conocimientos muy profundos de la lengua, la ortografía, la gramática. El conocimiento lingüístico de estos profesionales es fundamental y notable.
Con el tiempo aparecieron la imprenta mecánica y los periódicos, aquí los correctores debieron empezar a revisar textos de libros nuevos a partir del original y corregir estilo, ortografía y composición. Muchas veces con tiempos muy acotados.
Hoy día, gracias a los enormes avances de la tecnología, contamos con correctores y editores automáticos, pero la presencia del corrector humano sigue siendo, y será, imprescindible. ¿Por qué? Porque los seres humanos tienen la capacidad de la coherencia de estilo, términos, traducciones, sinónimos o construcciones gramaticales, según el contexto.
Por esos mismos avances de la tecnología, una enorme cantidad de personas accedieron en el mundo moderno, a la posibilidad de producir textos y emitir sus mensajes. Pero producir textos no implica que estén bien redactados con el fin de ser cabalmente comprendidos. Y ahí es donde entran nuestros héroes lingüísticos que celebramos hoy: los correctores.
Para cerrar este homenaje, cito al poeta español Luis Rosales: «En la lengua que habla se ve el rostro de un pueblo. Guarda todos sus rasgos y es igual que un espejo interno. Un espejo de adentro. Ahora bien, como la lengua no es sólo un medio de expresión, sino un sistema de instalación vital, si no la hablamos correctamente es porque no vivimos plenamente. Quien no habla bien su lengua no ha aprendido a vivir. Quien la habla mal, vive a traspiés»
¡Feliz día correctores del mundo!
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