Todas la veces me pasa lo mismo: empiezo a traducir y siento la ejecución de un encantamiento como salido de un cuento....
Me absorben las palabras que tengo delante y empiezan a formarse los remolinos de significados, equivalencias... navegan, como nubes, frases en un idioma y el otro.
Traducir es, para mí, a la vez magia y misterio...
El misterio del texto original: qué quiere decir y por qué lo dice pasa a convertirse en el acertijo de encontrar la expresión exacta en el idioma de destino. Imaginar al autor y al destinatario entendiéndose como si hablasen entre ellos una misma lengua.
Es que estoy convencida que la traducción construye puentes, los traductores ayudamos a las personas a entenderse, a llegar a acuerdos, a unir voluntades.
En definitiva y en el fondo, la magia de traducir es el encanto de construir un mundo más comprensivo, más tolerante, más humano....
Todos encontramos magia en nuestra labor cuando nos apasiona, ¿cuál es la tuya?
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