Es sabido que el ser humano es sociable por naturaleza. Dentro de sí se encuentra la necesidad de expresarse, compartir ideas y entenderlas. Y para ello, la comunicación, en cualquier nivel y dentro de cualquier área, debe ser efectiva.
Si estos intercambios además, son entre diferentes lenguas, el panorama se intrinca aún más. No sólo entran en el juego los elementos lingüísticos de los idiomas de partida y llegada, sino que también se agregan los factores extralingüísticos. Edad, género, etnia, nivel socioeconómico, entre muchos otras circunstancias nos vienen a la mente según las palabras y frases que se utilicen. También son determinantes la comunidad de habla y los acuerdos sociales que proveen a las expresiones un significado pragmático, más allá, e incluso distinto, del significado semántico que llevan.
Aquí entonces se hace evidente la importancia del traductor como profesional de la comunicación y asesor comunicacional. La traducción es un proceso muy minucioso y preciso en el que el profesional experto reconoce las marcas del texto, las circunstancias que lo rodean y circunscriben la elección de determinadas cláusulas, modismos para que verdaderamente se logre una comunicación efectiva. No en todo contexto una palabra significa lo mismo en el otro idioma ni una frase mantiene el mismo sentido. El traductor realiza un proceso denominado entextualización, que va mucho más allá de buscar palabras en diccionarios o ser bilingüe.
Por todo esto, cerramos poniendo el acento en la labor profesional del traductor y su necesidad indiscutible en el proceso comunicacional entre distintas lenguas. En palabras de Valentín García Yebra: "Ser traductor significa ejercer el noble oficio de comunicar entre sí a hombres separados por barreras lingüísticas, total o parcialmente, infranqueables para ellos".
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