Uno de los recursos con los que contamos los traductores es la nota del traductor. Se trata de una pequeña, por pequeña quiero decir breve, aclaración que puede ir tanto como pie de página como entre paréntesis dentro del texto.
Es justamente uno de los recursos que resalta la voz del traductor, cuando el texto (o, muchas veces, el contexto) requieren que el traductor alerte o advierta al lector sobre alguna cuestión particular del texto. Aquí se evidencia que el texto no es original.
Muchas veces debemos admitir que no es posible una verdadera traducción del concepto, la idea, o la intención del autor original y debemos afrontar la realidad de que sí hay pérdidas absolutas en la traductibilidad. Ningún traductor quiere enfrentarse a la imposibilidad de traducción y, cuando ocurre, debemos hacernos visibles y susurrar al oído del lector para hacerlo cómplice y a la vez, serle fiel...
Lo que debemos siempre cuestionarnos es si es verdaderamente necesaria, si realmente aclara algo más al lector y lo ayuda a comprender o si, con un esfuerzo honesto de parte del profesional, esa traducción sí puede hacerse y puede lograrse el verdadero sentido con el que el autor expresó su pensamiento.
Por supuesto, queda en la decisión criteriosa de cada profesional si agregar una nota al pie o entre paréntesis que siempre debe tener en mente a sus lectores destinatarios para poder transformarse en su verdadero puente que les acerque conocimientos, nuevas ideas, nuevas herramientas y enriquecer su cultura y su visión del mundo.
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