Ahora que ya sabemos qué hace un traductor, y diferenciamos su labor de la de un intérprete, vamos a ver cuáles son las cualidades básicas que debe tener para poder llevar a cabo su labor diaria.
De más está decir que antes de empezar con la lista, lo básico que necesita cualquier persona para desarrollar su carrera y su labor es la pasión. Esa magia de la que ya hablamos anteriormente que nos envuelve cuando estamos fascinados por nuestra tarea y nos ayuda a ser mejores profesionales, dedicados y detallistas. Sin pasión, el trabajo es...trabajo (en su novena acepción del Diccionario de la Real Academia 😉)
Habiendo hecho esta aclaración, para mí fundamental, vamos con las 3 cualidades básicas que debe tener todo traductor:
# 1: Dominio de la lengua materna y la segunda lengua
Este dominio se debe presentar en varios aspectos. Por un lado, hablamos de la gramática y la ortografía de cada una de las lenguas desde y hacia las cuales traduce. Por otro, nos referimos a las expresiones idiomáticas cuyo significado va más allá de cada una de las palabras que las componen. Y también debemos mencionar junto con la lengua a las culturas dentro de las que se hablan esos idiomas. De esta forma, sus traducciones serán más "originales" en la lengua de llegada y más "fieles" al original de partida.
# 2: Curiosidad y gusto por la investigación
Todo traductor debe ser curioso por naturaleza. Es muy habitual encontrarnos con términos que desconocemos y que deben ser investigados. O tal vez tengamos que investigar el tema completo del que trata el original. E ingeniárnoslas para averiguar, consultar, buscar en fuentes confiables. Debemos empaparnos del tema o conocer hasta la última acepción de la palabra para poder hacer la elección correcta y lograr que esa palabra encuentre su lugar en el texto. Debemos convertirnos en verdaderos Sherlock Holmes para lograr que nuestra traducción sea de primera calidad.
#3: Autodisciplina
Dentro de esta cualidad debemos reconocer diferentes aristas: se trata de saber administrar la carga de trabajo, gestionar tiempos de cada proyecto para informarlo a los clientes con precisión. También se trata de manejar procesos de calidad y nunca dejar de lado los pasos de la revisión estando siempre atentos al detalle. Asimismo todo traductor profesional debe dedicar un tiempo específico en su agenda para mantenerse al corriente de las nuevas herramientas y tendencias de su profesión. Todo esto implica autodisciplina.
En síntesis, se trata de amar la labor de traductor, ya que amándola nos adentramos en el mundo de los idiomas, amándola se nos despierta la curiosidad y el gusto por la investigación y amándola logramos la autodisciplina que nos lleva a lo alto de la calidad profesional.
Espero ahora que me cuentes qué es lo que te apasiona y cuál es la labor a la que te dedicas con amor...¡te leo en los comentarios!
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