Nos toca transitar una época extraordinaria. De ésas que ocurren cada cientos de años y dejan huellas en la humanidad.
Por trágico que suene, estamos sobreviviendo a una terrible pandemia.
El coronavirus nos asecha y nos obliga a ser tan extremadamente cuidadosos con la higiene, con el distanciamiento con otras personas al punto de encerrarnos en nuestras casas hasta que los gobiernos logren inmunizar a la población.
Pero, por más que el virus esté rondando, nuestras vidas, nuestro trabajo, debe continuar.
¿Cómo puedo, como traductora, jugar y GANARLE a la pandemia?
Es fundamental darnos cuenta de que en primer lugar, lo que nos está enseñando esta situación es aprender a ser flexibles, a adaptarnos un poco más rápido, a abrazar la inseguridad.
Y también a mantener la esperanza, siempre habrá un camino, una nueva manera, será distinta, con sus desafíos, pero una salida al fin.
Los traductores tenemos la facilidad desde hace varios años ya, de usar la tecnología a nuestro favor, y éste es el momento perfecto para ponerla completamente de nuestro lado.
Les muestro ahora cómo llevar a cabo un trabajo de traducción completamente virtual en plena pandemia:
El cliente nos contacta por correo electrónico, o por mensaje de WhatsApp o telefónicamente o por videoconferencia, para pedirnos una traducción pública de un contrato. Arreglamos con él todos los detalles del trabajo, y le pedimos que nos envíe por correo electrónico el archivo con el contrato a traducir.
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Nos ponemos a trabajar en nuestra oficina en casa, ayudándonos como comentamos en entradas anteriores con los recursos virtuales. Si necesitamos contactar a nuestro cliente para realizar cualquier aclaración, lo hacemos virtualmente, sin inconvenientes. Revisamos nuestro trabajo y ponemos la fórmula de cierre. Traducción terminada.
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Como se trataba de una traducción pública, necesitamos legalizarla en el Colegio de Traductores Públicos. En este momento, tenemos dos opciones: pedimos turno para para legalizar en el Colegio o, si tenemos registrada la firma digital, firmamos de esta manera y logramos así legalizar nuestra traducción.
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Por último, le entregamos al cliente la traducción legalizada, que puede servirle en archivo.pdf o podemos hacérsela llegar por mensajería.
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El cliente nos abona la factura que emitimos en forma electrónica mediante transferencia, con lo cual cumplimos con la parte económica de la transacción.
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Como ven, ganamos por goleada al coronavirus en su intento por dejarnos sin trabajo, mantuvimos nuestra fuente de ingresos y la frente alta ante estas terribles e inciertas circunstancias...es cuestión de recordar ser flexibles, sentirnos lo más cómodos posibles ante la inseguridad y lograr así adaptarnos no sólo a los tiempos actuales, sino al futuro también.
Como siempre, te espero en los comentarios y ¡nos encontramos en la próxima entrada!
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